La otra vez os hablé de mi amiga de Galway, y ahora les tocaba el turno de visita al resto de amigas de Eibar, así que nos juntamos todos un par de días en Dublin. Ya había visitado la capital de Irlanda durante seis horas en la escala Galway - Belfast, sin hacer demasiadas fotos y paseando sobre todo por el centro. Sí que quise inmortalizar cosas como esta:
Salí de Belfast temprano y antes de las doce estaba allí, así que -infructuosamente- traté de nuevo de encontrar el James Joyce Center. Obviamente, acabé en el Croke Hall, el estadio de la ciudad, y vagabundeé un rato por allí intentando que el viento no me lanzase el sombrero al río, toda una encarnizada batalla. Visité librerías y tiendas, como habitualmente, sin comprar nada esta vez (por ahora) y tiré de Tesco a la hora de la comida. Información importante para los trabajadores en Reino Unido: si tenéis que comer fuera y no sois amigos del tupper:

Más de una vez te puede salvar la vida, y alguno de los sandwiches realmente puede llegar a saber a algo. Menos mal que en casa ya tenemos olla para hacer comida de verdad. En fin, tras unas vueltas más llegaron las chicas y nos juntamos en Temple Bar, que es la popular zona de pubs de Dublin, un lugar con mucha magia y precios por las nubes. Pero mucha magia. Tomamos una Guinness en Quays al reencontrarnos y de ahí nos hospedamos en Kinlay, hostal céntrico bastante recomendable si vais a pasar unos días en la ciudad. De ahí caminamos tirando fotos por los callejones, muestra viva de la historia cultural del país:
Oscar, Van, Shane, Samuel, Phil y Rory y por supuesto James nos dieron la bienvenida y nos sentimos algo más reconfortados. Las voces, las citas, todo en Dublin te hace ser consciente del orgullo que supone ser un dublinés y de la insoportable vergüenza de no serlo y tener que tratar de aprender todo lo posible acerca de ello. Pero hacemos lo que podemos.
Entre placas del Ulysses y leprechauns en la tienda de regalo, nos hicimos una foto imprescindible:
Caminando por Grafton Street, nos adentramos en uno de los parques con lago y patos, nos echaron y tuvo lugar una típica escena campestre eibarresa en medio de la ciudad:
Después hubo más cervezas callejeras, fotos, vídeos, y entre tantas chorradas anocheció y Erika nos llevó a un pub que cambió nuestra percepción del mundo. En el Gypsy Rose, además de mercadillos alternativos de los que apenas vimos algo, y una buena variedad de cervezas a buen precio, hay música en directo. Estábamos sentados delante del escenario cuando un nativo americano sonriente se sentó a afinar su guitarra. Y así conocimos a Jesse Rodríguez:

Empezó con Take it Easy (Eagles) y Horse With No Name (America), y nos fue ganando a todos. Con un repertorio de clásicos que tiraba de espaldas (incluso Stairway to Heaven) y una felicidad contagiosa al interpretarlos, todo el bar nos fuimos animando. En uno de los descansos hablamos un poco. Nos explicó que era californiano y que ahora tocaba por los pubs de Dublin. Que no se tenía preparada Layla, pero que se la pedíamos con tanta fé que lo intentaría, y así fue. Tras una American Pie que nos supo a gloria, llegó el tema de Clapton. Más tarde, tras casi tres horas tocando, subió su amigo y guitarrista virtuoso Declan Kennedy y entre los dos nos terminaron de rematar:

Las chicas pueden dar fé de mi estado cuando se marcaron un Wish you were here + Another brick in the wall en el que todo el Gipsy se vino arriba, más la repetición de Have you ever seen the rain y Hotel California, para cerrar con el Breakdown de Tom Petty. No sé, podríamos hacer una lista de todo lo que tocaron, pero tres horas dan para mucho y la emoción empezó ya en las primeras canciones y no se nos fue ni a la mañana siguiente. A veces, cerveza, amigos y música en directo es todo lo que necesitamos.
Total, que nos fuimos a dormir.
A la mañana siguiente, tras uno de esos amaneceres que solo acontecen en hostales...

... tocaba seguir callejeando por Temple Bar. Galería fotográfica de la historia irlandesa, librerías y tiendas vintage donde estuve a punto de llevarme otra chaqueta de piel ridículamente barata, pero cuando estoy con gente me suelo controlar. De la librería no, pero es que, leches:

Una antología poética de Hank en inglés. Tras las rigurosas fotos recitando teatro...

... tocaba la visita al Trinity College, el campus universitario de Dublin. No sé si es tan bonito como la Universidad de Queen's de Belfast, pero ciertamente merece la visita para poder hacerse fotos #Postureo tan notorias como esta:
Descansamos un rato en el césped con el resto de universitarios y otra vez nos quedamos sin visitar la famosa biblioteca. La siguiente vez. Después de coger comida en un chino nos quedamos varias horas en el parque donde está la estatua de Oscar Wilde, una de las mejores que existen y enfrente de su casa. Esto fue lo que vivimos con el hombre que escribió El fantasma de Canterville:
Lo siguiente en acontecer forma ya parte de la leyenda negra y no será reproducido en este blog (si aun así os interesa os vaís a los comentarios de Facebook que allí las chicas lo explican todo). Finalmente visitamos la National Gallery, en especial la exposición de Jack Yeats, y algunas la de Caravaggio. No fue mi caso, que me quedé ojeando los Taschen, que no estaban a mal precio pero ya no me entran más cosas en la maleta.
Después nos dejamos de hostias y nos fuímos a tomar un café irlandes a precio de oro y encontrarnos con nuestro amigo Ander Gallego (Wally) del cual no hay fotos por muchos motivos consistentes. Aún hubo tiempo de volver al Trinity para una última foto antes de la despedida:
Y eso fue todo. Estoy muy agradecido a Erika, Julia, Josune, Nerea y Ziortza por pasarse por Dublin porque tuvimos un par de días geniales que me han venido muy bien para sobrellevar el ecuador del Erasmus y nada, que las sigo echando de menos. A Dublin también, pero menos, porque volveré, porque aun me queda mucho por ver y hacer allí.
"Ya que no podemos cambiar de país, cambiemos de tema."