La madurez cuando uno está viviendo en otro país puede expresarse de muchas maneras. A continuación detallaré unos ejemplos de los que he hecho gala en las últimas horas.
- Reencontrarte con tu amigo Joseph, inglés de 45 años, y sacarle el tema de la guerra de las Malvinas y el gol de Maradona con la mano. Menos mal que luego nos ponemos a hablar de Scorpions y Eric Clapton y tan amigos como siempre.
- Tener calma, objetividad y buenas palabras para explicarle a tu compañero de piso, hincha del Liverpool, que Fernando Torres es una mentira desde hace unos cuantos años. Y de paso decirle que si se va Luis Suárez les va a costar la vida y más encontrar otro delantero centro de 30 goles por temporada. Como siempre.
- Que tu jefa te ORDENE dejar de trabajar en la tienda para ir al centro a echar currículums. Menos mal que luego he decidido volver a echar otras cuatro horas allí.
- Regañar a tu propia jefa por haberse comido todo el turrón que le regalaste y no dejar nada para los demás.
- Reservar un viaje a Cork un día después del concierto de Neil Young & Crazy Horse allí. No está la economía para hostias de esas.
- Descartar sabiamente el concierto de The Waterboys en Galway por el mismo motivo. Mi corazón llora, mi bolsillo sabe que es la decisión correcta.
- Comprarte una sartén antiadherente para ti sólo. Estrenarla quemando un sandwich. Y cuando digo quemando es que se ha puesto tan negro que podría trabajar recogiendo algodón.
- No importa, el risotto que he hecho a continuación, ha sido espectacular como podéis comprobar aquí.
- Aceptar ser profesor de castellano de tu compañera inglesa de piso. En menuda me he metido.
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