martes, 26 de marzo de 2013

Memorias desde la sala común Vol. III



"Leves toques en el vidrio le hicieron volverse hacia la ventana. De nuevo nevaba. Soñoliento vio como los copos, de plata y de sombras, caían oblicuos hacia las luces. Había llegado la hora de variar su rumbo al poniente. Si, los diarios estaban en lo cierto: Nevaba en toda Irlanda. Caía nieve en cada zona de la oscura planicie central y en las colinas calvas, caía suave sobre el mégano de Allen y, más al oeste, suave caía entre las sombrías, sediciosas aguas de Shannon. Caía, así, en todo el desolado cementerio de la zona donde yacía Michael Furey, muerto. Reposaba, espesa, al azar, sobre una cruz corva y sobre una losa, sobre las lanzas de la cancela y sobre las espinas yermas. Su alma caía lenta en la duermevela al oír caer la nieve leve sobre el universo y caer leve la nieve, como el descenso de su último ocaso, sobre todos los vivos y los muertos."

Joyce.




Todas las noches se acordaban de "Los Muertos", sobre todo desde aquel viernes que tuvieron que atravesar la tormenta de nieve para ir a trabajar, se perdieron y la nieve se derritió y aquello era más parecido a nadar. También se acordaron de cuando se iba la luz en la tienda y cerraron antes y tuvieron que volver a casa intentando caminar de cara al viento y la ropa tardó dos días en secarse. Hablaron de Joyce aquel sábado que se quedaron en casa devorando libros y dobles directos setenteros mientras todos los demás estaban de pinta en pinta. Y también aquel domingo que pasaron recorriendo Belfast desde el Ormeau Park hasta el puerto, pasando el gigantesco Odissey Arena y el no menos imponente museo del Titanic, el cual se propusieron visitar antes del centenario más uno, fecha que se acercaba a menos de tres semanas de distancia.





Caminaron hasta que se acabaron los turistas y los trabajadores y en el puerto solo quedaban muelles y mar, y el viento congelado y las dos enormes grúas de construcción H y W, y el silencio les hizo retrodecer hasta el puente que les devolvía al centro, y otra vez no volvieron a ver las focas que se dice existen en el mar de la ciudad, y volvieron al mercado y hablaron con una pintora de litografías de Rory Gallagher, que lo vio en el legendario Irish Tour '74 o eso le entendieron, y les pareció genial pero no le compraron la litografía porque además de irse a 156 libras no les entraba en la maleta, así que aparte de picotear queso y aceito en los puestos no se llevaron nada, ni siquiera libros, porque la torre construida por los anteriores ya había alcanzado una altura precaria además del balanceo, y tenían aun mucho por construir. Y entre tanto trabajar y pasear aparecieron en un concierto:





Y sentados en el Black Box disfrutaron de cuatro bandas de folk, con una duración de media pinta cada uno, y el cabeza de cartel contó con la voz de Alicia, de azul, blanco y rubio como en Wonderland y cuando pasó a través del espejo, porque cuando Alicia se pierde es para aparecer ante audiencias y hechizarlas con su voz y su misterio, el cual siempre es necesario, porque no hay nada como Alicia.perdida y encontrada cantando cosas como esta:




Y con esto nos vamos despidiendo, porque después de los ojos de Alicia, su melena rubia, su azul y blanco recortado y su banda detrás no hay mucho más que un mortal pueda decir.

Bueno, sí. Semana que viene, Galway!

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